La vocación de las Carmelitas Descalzas es un don del Espíritu, que las invita a una "misteriosa unión con Dios", viviendo en amistad con Cristo y en intimidad con la bienaventurada Virgen María, la oración y la inmolación se funden vivamente con un amor grande a la Iglesia. Por eso en virtud de su vocación, están llamadas a la comtemplación, tanto en la oración como en la vida.